Una de cal, otra de arena
Despedida. Alcohol, pocas horas de sueño, piragua, comida y juego de orientación por el monte. Y oye, al pie del cañón, como una campeona. La espalda como si no estuviese. Baño en el río asquerosillo incluido (que por joder y que acaben los novios en el agua, me baño yo también, qué coño). Eso sí, la semana siguiente, amiga, tienes que pagar tus excesos, y pasártela encamándote a las 10 como mucho y arrastrando los pies por el cole de lunes a jueves. Menos mal que el viernes hubo el bendito festivo, que aunque me importe tres pimientos más o menos, pues se agradece el poder descansar. Esto viene siendo el pan nuestro de cada día. Concierto un viernes a las 2 de la madrugada, aguante y disfrute, y recuperación de abuela de 80 años durante los siguientes 3 días. Cambio de armarios, siesta reparadora. O al revés, siesta reparadora y cena un jueves terrorífico en el que lo que más querrías es dormir unsa 30 horas seguidas. Menos mal que la compañía lo compensa todo y la sepia ...