Ideas desordenadas sobre crianza
Corre
por ahí este artículo y después de leer a algún@s llevarse las manos a la
cabeza y a otr@s suscribirlo punto por punto con entusiasmo, me pregunto si soy
la única que cree que esta señora es un caos en sí misma que mezcla churras con
merinas. Menos mal que @amaterasu_n coincide.
1. Tenemos miedo a nuestros hijos
Suelo hacer una prueba por las mañanas en la que
observo cómo un padre da el desayuno a su hijo. Si el niño dice: "¡Quiero
la taza rosa, no la azul!" aunque la madre ya haya echado la leche en la
azul, trato de observar con cuidado la reacción de la mamá. La mayoría de las
veces, se pone pálida y vierte el contenido en la taza que el niño prefiere
antes de que le dé un berrinche. ¡Error! ¿De
qué tenéis miedo? ¿Quién manda de los dos? Deja que llore si quiere, y vete de
ahí para no escuchar el llanto. Pero, por favor, no trabajes de más sólo para
agradar al niño. Y, lo más importante, piensa en la lección que le estás
enseñando si le das todo lo que quiere sólo por ponerse a llorar.
No
te cambio la taza porque mando yo, o no te cambio la taza por una cuestión de
sentido común, porque ya he puesto la leche en la otra? Yo veo una gran
diferencia. Que deje que llore? Y si le explico el motivo y le explico que
mañana tendrá la taza que quiera? Qué tiene de malo que elija la taza? Ah, que
mando yo…
2. Hemos bajado el listón
Cuando los niños se comportan mal, ya sea en
público o en privado, los padres tienden a encogerse de hombros como diciendo:
"Así son los niños". Te aseguro que no tiene por qué ser así. Los
niños son capaces de mucho más de lo que los padres normalmente esperan de
ellos, en cuanto a sus modales, al respeto por los mayores, las tareas del día
a día, la generosidad o el autocontrol. ¿Crees que un niño no puede quedarse
sentado durante la cena en un restaurante? Nada de eso. ¿Crees que un niño no
es capaz de quitar la mesa sin que se lo pidan? De nuevo, no es así. La única razón por la que no se
portan bien es porque no les has mostrado cómo hacerlo y porque no esperas que
lo hagan. Así de simple. Pon el listón más alto y tu hijo sabrá cómo
comportarse.
La mayoría de familias
que son esclavas de sus hijos y que les dejan hacer lo que les salga de las
narices lo hacen por pura comodidad. Es una ardua tarea educar, y más sin
gritos ni exigencias, así que no, no creo que sea cuestión de que tengan bajo el
listón. De hecho, luego en otras ocasiones esperamos que los niños se comporten
como adultos (también para nuestra propia comodidad)
3. Hemos perdido las costumbres del pueblo
Antes, los conductores de autobús, los maestros,
los tenderos y otros padres solían tener carta blanca para corregir a un niño
maleducado. Actuaban como ojos y oídos de la madre y el padre si los niños
estaban fuera de su vista, y todo el mundo colaboraba por un interés común:
criar de forma adecuada a niños y niñas. Todo el pueblo se volcaba. En la
actualidad, si a alguien que no es padre del niño en cuestión se le ocurre
regañarlo, a los padres no les hace ninguna gracia. Quieren que su hijo parezca
el niño perfecto, y por eso no aceptan que los maestros u otras personas digan
lo contrario. Montarán en cólera e irán a hablar con el profesor antes que con
su hijo por haberse portado mal en clase. Sienten la necesidad de proyectar una
imagen perfecta al mundo y, por desgracia, su inseguridad se ve reforzada
porque muchos padres se juzgan entre
sí. Si un niño se pone a berrear, todas las cabezas se girarán hacia la madre
con una mirada reprobadora. En su lugar, debería ser respaldada, porque hay
muchas posibilidades de que el berrinche haya tenido lugar por no haber cedido
ante alguna de las exigencias de su niño. Más bien, esos observadores deberían
decirle: "Buen trabajo. Sé lo difícil que resulta poner límites".
Bueno, de acuerdo en
parte. Es un tema complicado, porque hay quien recibe como una terrible ofensa
que le digas a su hijo que no tire un papel al suelo, y hay quien sin que se lo
pidas viene a cuestionarte tu vida entera.
4. Confiamos demasiado en los atajos
Me parece maravilloso que los padres tengan todo
tipo de aparatos electrónicos para entretenerse en un vuelo o en la sala de
espera del médico. También es fabuloso que podamos pedir nuestra compra online,
y que podamos calentar comida sana a golpe de microondas. Los padres están más
ocupados que nunca, y estoy totalmente a favor de tomar el camino fácil siempre
que sea necesario. Pero los atajos también pueden ser una pendiente
resbaladiza. Cuando descubres lo bien que Caillou entretiene al niño en un avión, que no te tiente la
idea de ponerle los dibujos en un restaurante. Los niños también tienen que
aprender a ser pacientes. Tienen que aprender a distraerse ellos solos. Tienen
que aprender que no toda la comida va a estar siempre caliente y lista en menos
de tres minutos y, si es posible, también tienen que aprender a ayudar en la
cocina. Los bebés tienen que aprender a tranquilizarse solos; no hay que
sentarlos en una silla vibradora cada vez que se pongan quisquillosos. Los
niños tienen que aprender a levantarse cuando se caen, en vez de subir los
brazos para que mamá y papá les cojan. Enseña a los niños que los atajos pueden
servir de ayuda, pero que resulta muy satisfactorio hacer las cosas por la vía
lenta.
Los
bebés tienen que aprender a tranquilizarse solos? Ves, churras y merinas. Los niños
tendrán que aprender a ser pacientes cuando la situación lo requiera, pero tú
si esperas en la sala del dentista qué prefieres, mirar las musarañas o leer un
libro? Pues jódete, no hay libro, aprende a ser paciente, hombre ya!
5. Los padres ponen las necesidades de los hijos
por encima de las suyas
Naturalmente, los padres tienden a cuidar de sus
hijos en primer lugar, y esto es bueno para la evolución. Yo defiendo la idea
de crear un horario que se ajuste a las necesidades del niño, y que la
alimentación y la ropa del niño sean prioritarias. Sin embargo, los padres de
hoy en día han ido demasiado lejos, sometiendo sus propias necesidades y salud
mental a las de sus hijos. Cada vez con más frecuencia veo a mamás que se levantan
de la cama cada dos por tres para satisfacer los caprichos del niño. O a papás
que lo dejan todo y se recorren el zoo de punta a punta y a toda prisa para
comprarle a la niña una bebida porque tiene sed. No pasa nada por no levantarte
en mitad de la noche para darle otro vaso de agua a tu hijo. No pasa nada si el
papá del zoo dice: "Claro que vas a beber agua, pero vamos a tener que
esperar hasta llegar a la próxima fuente". No pasa nada por utilizar la
palabra no de vez en
cuando, ni hay nada malo en pedirle a tu hijo que se entretenga solo unos
minutos porque mamá quiere usar el baño en privado u hojear una revista.
Y volvemos a mezclar. O sea
que es lo mismo que tu hijo te pida agua en mitad de la noche y tú te levantes
a darle agua, que perder el culo por no decirle en el parque que se espere a
beber cuando encuentres una fuente. Es que qué tiene que ver el tocino con la
velocidad?
Esta señora mucho lerele
y poco larala. Y fun y pin.
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