Consejos que no he pedido y ESOS niños
Todas las recién paridas de mi entorno (últimamente unas cuantas) coinciden en una cosa: están hasta las narices de mucha gente. No hago más que oír: ya verás, te van a decir de todo; qué agobio, todo el mundo cree que sabe más que tú; prepárate para millones de “consejos”. Y es que parece que cuando el ser humano conoce a una embarazada o recién parida ven un cartel en su frente que dice: “oh sí, cuéntame todo tu conocimiento sobre el mundo bebé, por favor, lo estoy deseando”. Da igual que no tengan hijos y que no hayan convivido con un bebé en su vida. Todo el mundo tiene algo que decir. Cuando te compras un coche, unas vacaciones, unos vaqueros o un piso nadie viene a acribillarte con su sabiduría y a pretender dejar bien claro tu inutilidad. En cambio cuando vas a ser madre o acabas de serlo, parece que todo el mundo se cree con derecho de meter las narices. “¿Otra vez a la teta?” “Tienes que dejarla llorar” “No la vas a sacar de tu cama en la vida, es mejor que duerma...