Consejos que no he pedido y ESOS niños

Todas las recién paridas de mi entorno (últimamente unas cuantas) coinciden en una cosa: están hasta las narices de mucha gente. No hago más que oír: ya verás, te van a decir de todo; qué agobio, todo el mundo cree que sabe más que tú; prepárate para millones de “consejos”.

Y es que parece que cuando el ser humano conoce a una embarazada o recién parida ven un cartel en su frente que dice: “oh sí, cuéntame todo tu conocimiento sobre el mundo bebé, por favor, lo estoy deseando”. Da igual que no tengan hijos y que no hayan convivido con un bebé en su vida. Todo el mundo tiene algo que decir.

Cuando te compras un coche, unas vacaciones, unos vaqueros o un piso nadie viene a acribillarte con su sabiduría y a pretender dejar bien claro tu inutilidad. En cambio cuando vas a ser madre o acabas de serlo, parece que todo el mundo se cree con derecho de meter las narices.

“¿Otra vez a la teta?” “Tienes que dejarla llorar” “No la vas a sacar de tu cama en la vida, es mejor que duerma en su cuna” “¡Cómo la vas a llevar en un fular metida!” “Se queda con hambre” “Te usa de chupete” “La tienes enmadrada”  y así hasta el infinito. Y yo estoy por encargar ya una cinta para ponerme en la cabeza que diga: no te he pedido tu puta opinión.  Y eso que aún no he parido. Porque la niña dormirá donde me salga a mí de las narices, comerá cuando y como a mí me salga de las narices, la llevaré donde me salga a mí de las narices y la enmadraré todo lo que me salga a mí de las narices. Y con quien tengo que consensuar eso es con su padre, que oye, mira tú qué casualidad, de momento estamos de acuerdo en todo. Así que la lengua, al bolsillo.

Consejos útiles, prácticos y constructivos tipo: “al principio va muy bien la ropa que se abre entera porque así no tienes que meter nada por la cabeza y no se agobian”, son muy bienvenidos. Si tu consejo va a cuestionar mi manera de criar, que hemos decidido mi pareja y yo, es mejor que te calles la boca. Porque las sonrisas falsas de “habla, habla que haré lo que me dé la gana”, al final se acaban, y una acaba siendo una borde, y oye, no hace falta, ¿no?

Y cambiando de tema, hoy ha llegado a mis manos carta De una maestra a los padres: sobre ESE niño quepega, interrumpe e influencia a tu niño y me ha tocado la fibra. En general tendemos a ponernos muy poco en el lugar del otro. A exigir más que a comprender. A juzgar sin saber. Y si supiéramos… Nah, me ha pillado sensiblona. Ojalá todos ESOS niños tengan una maestra como la de la carta. Y un grupo de familias como el que conocí hace ya dos años. Y ojalá aprendamos a ponernos un poco más en la piel del otro. 

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