De cómo Alexis llegó al mundo
Hay una versión corta
para resumir cómo fue mi parto. Bien. Alexis llegó tras no muchas horas de
contracciones cortas e intensas y todo fue estupendamente.
Hay otra versión más
larga que habla de mujeres que te dicen “sí, puedes” y de miedos que ganan
batallas a otros miedos. Esa versión más larga empieza con una mujer que no
sabe si podrá hacer las cosas como quiere. Porque sabe que su cuerpo la
boicotea muchas veces. Es la misma mujer que tiene pánico a no controlar la
situación y que todo acabe orquestado por un montón de gente con batas blancas en
un entorno extraño.
Para mí era muy importante que Alexis llegara al mundo de una forma respetada e íntima. Pero, ¿me iba a dejar mi espalda? ¿Me iban a dejar las circunstancias? El miedo a no poder hacerlo, a no saber hacerlo, me picaba por las noches en la boca del estómago. Me susurraba todas las cosas feas a las que me abocan mis limitaciones.
Desde el principio busqué
cómo podía evitar ir a ciegas a parir bajo las órdenes de personas que no saben
quién soy. Sí, hay gente en los hospitales que te respeta. Sí, mi ginecóloga es
una mujer estupenda que siempre me ha apoyado. Pero ese día, ¿quién me
atenderá? ¿Se puede comparar una sala de hospital con mi casa?
Y así me topé con un
maravilloso equipo de mujeres poderosas que te miran a los ojos y te preguntan
a qué temes. Y te informan y te tranquilizan porque te conocen. Saben quién
eres y ese día son como un respaldo que te recuerda que sí, que tu parto es
tuyo y que sí que puedes.
Cuando todo empezó, a las
4 de la mañana rompiendo aguas, el cosquilleo del miedo me empujó de nuevo. Y
todo parecía ir tan rápido… A las 5 ya empezaban las contracciones y muy pronto
eran seguidas. Cuando llamamos a Luci no sabíamos si era ya momento de llamarla
o no. Pero cuando oí, en medio de una contracción que ya empezaba a picar, que
ya venía… Todo estaba ya en marcha. En horas iba a tener a mi nena conmigo.
Luci llegó y yo ya había
estado en mi bañera. Un ratito en la silla de partos apoyada contra la cama
mientras ella montaba la piscina. Y mis lumbares pegándome fuerte en cada
contracción. Escucha la llamada… la vida
fue un ensayo hasta ahora. Ismael Serrano sonando de fondo para calmar mi
alma, y de vez en cuando, Macaco trayendo su luz. Hoy, empezamos de nuevo, hoy. Alzamos los brazos, cambiamos el paso. El
primer día de tu vida puede ser hoy.
Unas contracciones más y
siento cómo mi cuerpo se abre por completo, como si fuera a partirme en dos.
Pero sé qué significa eso. Ya está aquí. La cabeza ya está fuera y yo casi no
puedo ni creerlo. No queda nada. Un par de empujones más y oigo cómo me dicen
que la coja. La cojo yo, con mis manos, de entre mis piernas, recién salida de
mi cuerpo, mi beba ya está aquí. Ya está,
he podido, lo hemos hecho juntas. No puedo ni explicarlo, Ismael suena de fondo
para acompañarla nada más llegar. Ya verás amor, que nos va a acompañar
siempre, tantos años lleva tocando nuestras almas. Ahora traes la lluvia y, aunque ya no tenga edad, me desvisto en la
tormenta, grito tu nombre en la calle. Ahora que te encuentro todo se vuelve
verdad, se derrumban los palacios y traes verde a sus solares. Haces que este
otoño ilumine mis mañanas y haga callar al reloj del vientre del cocodrilo. Traes
un corazón para cada hombre de hojalata. Ahora cambias mis razones y me vistes
de domingo.
Jordi corta el cordón que
ha dejado de latir. Poco después con un par de ligeras contracciones recojo
nuestra placenta. Es enorme y fantástica. Salgo de la piscina y me parece que
tengo toda la energía del mundo. Poco después llegó Núria a conocer a nuestro
pequeño milagro. Gracias por estar, amor, ¿sabes que te quiero?
Más fotos
Es preciosa la entrada :-)
ResponderEliminarGracias ^^
EliminarMaravilloso relato, de una experiencia increíble.
ResponderEliminarBesos!!!!!
Gracias ;)
EliminarNo sabes lo bien que le viene a mi ánimo vuestra bonita historia. Me alegro mucho más de lo que soy capaz de transmitir. Eres una persona maravillosa, Noe.
ResponderEliminarGracias Primo. Es de familia ;)
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