De cómo Gaël llegó al mundo
Antes de contaros mi parto
voy a hacer un pequeño paréntesis para explicaros las últimas semanas de
embarazo. Siendo el segundo, todo debería ir más fluido, no? PUES NO. Todo el
embarazo con la paranoia de que si se adelantaba mucho tendría que ser en
hospital. Y con el miedo de que no fuera todo tan bien como con Alex, que
cuando una ha tenido un parto perfecto tiene las expectativas muy altas. Y todo
el embarazo con más flujo que las cataratas del Niágara. Creéis que sabéis lo
que es tener mucho flujo? NO, NO LO SABÉIS! Es broma, igual sí lo sabéis. Y oye
que te explican que hay mujeres que podrían llenar un vaso al día pero por el
amor de dios en la semana 37 avisé que había roto aguas porque estaba
convencida Y ERA FLUJO!! Qué manera de sufrir las últimas semanas, todo el rato
pensado que igual tienes la bolsa rota y dando por saco a tus pobres comadronas
que yo creo que llegaron a soñar conmigo y mi bolsa no rota. Quin patiment!
Por suerte, todas estas
cosas son fruto de una cabeza que no para, y que da demasiadas vueltas, y el
embarazo ha ido estupendamente. Y mi pequeño mono decidió venir al mundo cuando
le dio la santa gana. En el hospital y en mi entorno me habían convencido de
que se adelantaría. Menos Jordi y mis sabias bellas de NaC, el mundo entero me mandaba
mensajes de que dios mío cómo vas a llegar a la 40 con esa pedazo de barriga.
“El niño es muy grande, igual no sale”. Vaya por dios se va a tener que quedar
ahí para siempre? Igual acabamos incómodos eh. El caso es que mi hijo salió, te
lo digo yo, que estaba allí en primera fila. Y salió el día de la Mercè y en la
guardia de Luci porque le habíamos dicho que estaba de vacaciones hasta el día
19 y que si por favor se pudiera esperar le estaríamos muy agradecidos, y él se
lo tomó al pie de la letra.
Empezaron unas suaves
contracciones sobre las 21h del viernes 23 de septiembre. Tan suaves, amor, que
no pensé que ya vinieras. Pregunté por whatsapp, por preguntar, que cuándo
deberíamos avisar a nuestras magníficas acompañantes, ya que viendo la hora, no
quería molestar en vano en mitad de la noche. Sobre todo tras una falsa alarma
de rotura de bolsa. “Cuando sean regulares y notes que han subido de
intensidad”.
Perfecto, me estiro en el
sofá todavía convencida de que no vas a llegar esta noche. De todas formas, me
voy a por la pelota por si acaso. Papi está durmiendo a tu hermana y aún tarda
un rato. Cuando sale de la habitación, ya me apetece tener en cuenta que quizá
esto va en serio. Le pido a papi que traiga a Ismael, creo que si me falta no
puedo parir. Papi pone la música y yo le pido que prepare todo, que despeje el
comedor, coloque la cámara y todas esas cosas que había que hacer. La pelota me
relaja y me mentalizo en que todo ha arrancado ya.
Poco a poco voy dejando de
hablar durante las contracciones, pero sigo de charla por whatsapp hasta
bastante avanzado el parto. A las 23h aviso por el grupo. Dafne responde y me
recomiendan llamar a Luci en cuanto vea que la cosa va a tope.
Aviso a Núria, amor, te
apetece venir? Está durmiendo pero en un momentito se pone de camino. También
Mireia, que viene con su cámara para inmortalizar tu llegada.
Ismael suena y yo le
acompaño, aunque papi se ríe de mí y me pregunta si voy de concierto. Cantar
las palabras que tan bien conozco, que tanto me acompañan cuando me hace falta,
me sirve de guía cuando el dolor se intensifica. Estoy aquí. Aún puedo cantar.
Dafne me llama y me dice que
me dé una ducha a ver si afloja o si sigue. Pero a la siguiente ya no puedo,
llamo a Luci y me dice que no me duche, que ya viene. Papá monta la piscina, no
sin antes barrer la cocina y el comedor, síndrome del nido tardío.
Cuando ya estamos todos (papá,
Luci, Dafne, Núria, Mireia) me siento un poco extraña porque entre
contracciones estoy de cháchara, hago bromas y me río, y papi dice que tenemos
para rato. Hemos llamado a todo el mundo demasiado pronto? Me siento tan dueña
de mi parto que parece que todo vaya a tardar mucho. Eres la copa rota, el mar en que me adentro. Viento que susurra, el
tálamo desecho. Ácido en mis ojos, el café de mis mañanas. La mano en el sexo, el
rumor de batalla. Voy cambiando de posición en la pelota, me pongo de
rodillas. Luci me hace un masaje con un aceite que huele muy bien.
Empiezo a no saber qué pasa
a mi alrededor. Han llenado la piscina y la necesito mucho. El agua caliente
llega dando un respiro. Ya no quiero estar tan vestida, no quiero la ropa, sólo
el agua. Mi espalda promete ponérmelo difícil pero Ismael sigue cantando. Hago balance y repaso viejas fotos. Ya no
soy aquel muchacho con relámpagos en los ojos. Conservo miedos por los que aún
debo cantar. Aún siento el vértigo helado al echar la vista atrás.
Entre contracciones soy
mucho más consciente que en mi otro parto. Se me vienen a la cabeza ideas locas
que verbalizo: “Tantos años de evolución y seguimos pariendo así?”. “Con lo
grandes que son los osos y mira cuando nacen, qué chiquititos!” “Seguro que los
monos también paren así?”. Creo que por eso papá aún cree que estaremos así
muchas horas.
Menos mal que se equivoca.
Durante todo el proceso tu hermana se despierta algunas veces. Papá va a
calmarla y sigue durmiendo. Yo voy destrozando manos, todas las que se acercan,
papá, Luci, Núria, Dafne, necesito una mano, no puedo, no sé si puedo. Me
ofrecen agua y Luci me dice que no luche contra el dolor. Que deje que mi
cuerpo trabaje, que acepte que es lo que tiene que hacer para recibirte. Y de
repente en mi mente cala esa idea y vivo cada contracción de otra manera. Me
abandono a las sensaciones y de pronto me descubro empujando. No trato de
empujar más, simplemente dejo que mi cuerpo haga lo que le apetece. Duele
mucho, mi espalda no ha entendido el mensaje de dejar fluir y me castiga muy
duramente. Se me hace difícil pero sé que todo me acerca más a ti, a tenerte
conmigo. Macaco nos trae su luz también. Hay
historias de amor, que nunca terminan. Que se esconden tras la vuelta de tu
esquina. Que bailan sobre un solo pie. Que reman con un remo, que beben sin
sed. Hay espacio, hay dolor, hay deseo. Corazones en el aire llenos de agujero.
Hay besos compartidos, robados elegidos. Hay tanto a elegir. Y tú y yo aquel
día coincidir, coincidir, coincidir.
Voy notando todo, como
desciendes por dentro de mí, y sé que estás casi listo, tengo que gruñir muy
fuerte y las contracciones son largas y duras. En nada puedo tocar tu cabeza
con mi mano. Y sé que ahora viene partirme en dos. Lo sé, pero eso no hace que
duela menos. Sé que voy a abrirme en canal, a notar mi cuerpo al límite, y sé
que luego te tendré en mis brazos. Cansado
el mundo pide que lo salve. Mi frente arde y yo espero a que tú vengas. Blancas
azucenas crecen en mi pecho y hasta ti arrastra su aroma este viento. Hoy nace
un niño y el otoño me sonríe. Tú me lo pides y yo dejo de fumar. Y la ciudad
febril tirita ante este encuentro. Todo conduce a ti, mientras tanto espero. Y
yo que no creía en el destino.
Un pujo trae tu cabecita al
mundo pero necesitamos otro para que salga del todo. La espera entre
contracciones se hace eterna, con lo rápidas que venían hasta hace nada! Y por
fin, estás fuera, tras el aro de fuego, tras el grito más profundo que pueda
recordar, allí estás. Durante un momento el mundo se para, se para mi corazón
porque tú tardas en reaccionar. Y quizá nunca le podamos gastar más el nombre a
Luci, que nos hace de ancla en unos segundos eternos y horribles en que todo
parece oscurecerse. Pero ya pasó, todo está bien, tú estás bien y la luz llega
de nuevo. Cuando las sonrisas son salva
vidas. Cuando los sueños rompen filas. Cuando un abrazo a dos abriga. Cuando
una caricia, es la medicina. Cuando las miradas pintas colores. Cuando las
palabras llevan sabores. Cuando las heridas flotan a la deriva. La receta es un
corazón.
Y así llegaste al mundo,
amor, rodeado de personas maravillosas. Cuando Alex se levantó y te vio, ay
amor, tendrías que verla, su cara, tanto amor. “Ha arribaaaat” gritaba como
loca. Ahora te toca aguantar estoico besos pegajosos y manitas que te estrujan,
la vida es así, monito, somos vikingos en esta casa, pasionales para todo.
Gracias infinitas a Luci por
ser tanto, tanto, tanto. Tantas palabras he escrito y se me quedan cortas para
ella. A Dafne, tan dulce y resolutiva. A Roser por tanto consuelo, por tan
pesada que soy y tan paciente que es ella. A Laia y su barriguita por traer
siempre la lógica a las dudas. A todo el equipo de NaC, porque sois seres de
luz y hacéis del mundo un lugar mejor. A Nuria por estar, amor, cómo no ibas a
estar? A Mireia por unas fotos espectaculares, brutal! A Jordi, qué bien elegí,
madre mía, qué compañero de vida tengo…gracias mi vida. A Alex por esa fuerza,
esa magia que tienes pequeña vikinga, gracias por ser así. Y a ti, pequeño
mono, por regalarme este parto brutal y salvaje, por hacerlo tan maravilloso.
Te queremos monito.
PD: Sabéis el chiste? La
bolsa se rompió ya en el expulsivo… XD
Y aquí os dejo el
maravilloso reportaje de Mireia Navarro https://vimeo.com/185867201
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